Se os ha enseñado en los diferentes centros y escuelas: "El temor a Dios es el principio de la Sabiduría".
Romped todos esos grilletes de cobardía, miedo, temor, horror, y brutalidad.
Si realmente queréis Sabiduría, no temáis a Dios, no temáis de Dios. ¡No temáis!
Únicamente los inicuos, blasfemos, hipócritas, necios, fornicarios, inmundos, degenerados, etc., temen a Dios.
Oídme vosotros que buscáis la Luz. Oídme vosotros que buscáis la Sabiduría: ¡No temáis a Dios...! ¡No le temáis...! "Dios es amor".
Vosotros amantes de la Vida, la Libertad, el Amor y la Sabiduría, oídme: Abrid vuestra mística e inmortal memoria para no olvidar la máxima divina que os doy:
“EL PRINCIPIO DE LA SABIDURIA ES EL AMOR A DIOS"
Yo, M. Yeo Wams Om os enseño "eso": El principio de la Sabiduría es el amor a Dios. Eso os enseño a vosotros aspirantes a la Sabiduría.
Ya el miedo os ha convertido en creyentes ignorantes, fieles obscurantistas adoradores del terror.
No temáis jamás a Dios... ¡Amadle...! ¡Buscad a Dios en todo momento... en toda vuestra vida!
Ni bien despertéis, buscad a Dios y amadlo. ¿Desayunáis? Amad a Dios mientras desayunáis... ¿Sufrís una desgracia y el dolor aflige vuestro corazón...? ¡Amad a Dios...! ¿Sois feliz? ¡Amad a Dios...!
Quien no ama a Dios no puede jamás hacer la Voluntad del Santísimo.
Todo aspirante a la Rosa Cruz, todo sincero caminante en el amargo sendero de piedra, debe buscar en todos y cada uno de los instantes de su vida, el hacer la voluntad del Padre quien mora en secreto.
Los ejercicios que se enseñan en la Orden Rosa Cruz no son para la realización del Ego, sino, para la realización de la obra del Padre. Es el Padre quien va realizar su obra, no el ego.
Para la realización de toda práctica por muy elemental que sea, recomendamos y así lo enseñamos: Acudir siempre de todo corazón, con toda fe, ante vuestro Padre quien mora en secreto y ante vuestra bendita y Divina Madre Kundalini.
El ego se considera autosuficiente y jamás quiere acudir a Dios.
El ego es muy astuto, y presentar argumentos muy lógicos pretendiendo justificar la no-necesidad de acudir a Dios para la realización de las prácticas esotéricas.
Nosotros, con la experiencia vivida, recordamos los tortuosos caminos, plenos de placer, creencias, fe, diversiones, ejercicios yoguis, prácticas esotéricas, etc., que vivimos en un pasado, sin hacer la voluntad del Padre, y lo que hubimos de cosechar fue... ¡Fracaso...!
Mas... volvimos a tiempo nuestros ojos hacia dentro, hacia el Templo Corazón donde mora el Padre, y aprendimos humildemente que la sabiduría divina, sólo se la conquista haciendo en todo momento la voluntad del Padre.
AUM