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En todo el cosmos infinito hay movimiento, vida, luz y fuego, porque en ello hay energía.
Ningún microbio, ninguna yerba por más insignificante que sea, ninguna criatura viviente, podría tener la más leve expresión de vida, si careciese de energía.
La energía es la causa causorum para la existencia de la vida.
Esa fuente de vida para toda existencia dimana del sol.
El sol es vida. Toda vida viene del sol. Sin sol no hay energía…no hay nada.
Todas y cada una de las células constituyen el elemento absorbente de la energía vital que dimana del sol.
Cada célula absorbe constantemente energía solar. En nuestro planeta tierra, la fuente acumulativa de energía solar constituyen las aguas de los océanos, mares, etc., y también toda la corteza terrestre, y la vida integral que sobre ella se manifiesta: árboles, arbustos, plantas, etc.; pero, el depósito fundamental de la vida captada de la fuente solar la encontramos en el agua. Todo sale del agua y todo vuelve al agua.
La energía solar dimanante del sol se acumula en las aguas orgánicas. Estas aguas orgánicas constituyen el ‘Ens Seminis” que todo animal lleva en si’.
Todas aquellas substancias erógenas secretadas por las glándulas sexuales son el sumun de la potencia generatriz y regeneratriz del organismo.
Cuando la energía sexual es plena, es plena también la vida, el amor, la fuerza, la virilidad, etc. Esa plenitud de la energía sexual, podemos encontrarla en algunos jóvenes que constituyen un prototipo de vida, salud, alegría, entusiasmo, etc.
Todo joven normal, ama la vida, la naturaleza, el aire, el sol, el mundo, el viento, etc. Y ansia correr por el mundo en busca de aventuras, nuevos horizontes, mejor porvenir, etc.
Todo ese vigor juvenil se debe, es obvio a la energía sexual que es plena en el organismo joven.
Todo organismo joven cumple a la perfección sus funciones vitales y la vida se desarrolla libre, fuerte, viviente.
Cuando el animal racional agota su sabia vital, es decir, gasta miserablemente su energía sexual, llega a la vejez decrépito y sin ansia alguna de vivir.
Toda persona fornicaria y vieja, busca la comodidad, la tibieza de un mullido lecho, las sombras de un frondoso árbol o la tenue luz de un corredor, se hace esclavo de múltiples factores y pierde todo deseo de vivir, traduciendo sus inquietudes en unos objetivos convencionales y caducos como: El honor, familia, dinero, poder, respetabilidad, comodidad, moral, etc.
Lo mejor que puede ofrecer la vida es precisamente la energía sexual que determina la función sexual.
Las funciones sexuales presentan los más exquisitos deleites de la vida, más lamentablemente, las gentes inconscientes, no disfrutan de la vida, sino de los vicios.
Todo animal racional, debido a su falsa moral y a una no menos falsa educación, disfruta de los más aberrantes vicios, pero no disfruta de la vida.
Goza de uno y otro abismal vicio que tiene como culminante apogeo, la bestial fornicación.
¿Qué bestia fornicaria disfruta de la vida…?
¡Ninguna…!
¿Como podría un esclavo del vicio de la fornicación gozar de la vida…?
Para gozar, para vivir la vida hay que ser plenamente libres.
Para gozar la vida hay que tener poder y virtud.
Uno de los goces magníficos que el virtuoso poder de la castidad brinda al ser humano, es la felicidad.
Las bestias fornicarias no tienen poder ni virtud y su debilidad más grande es gozar del vicio de la fornicación.
¿Qué bestia degenerada por el vicio de la fornicación podría tener el poder, la virilidad necesaria para gozar de los deleites del amor, de los sublimes deleites del sexo?
El homo sapiens acostumbró a su organismo a la lujuria, a la fornicación y no podrá jamás disfrutar de los placeres inefables que brinda la castidad, que brinda el amor.
Para gozar del amor, hay que tener un vasto dominio sobre la lujuria y un control magnifico sobre la fornicación.
El dominio sobre la lujuria, y el control sobre la fornicación, sólo es posible cuando el individuo tiene poder, virtud, libertad y amor.
El dominio sobre la lujuria y la fornicación solo es posible cuando hay pletórica energía sexual.
El ser que tiene poder, virtud, libertad y amor, lo tiene gracias a la energía sexual acumulada en sus gónadas.
Todo el poder energético de los alimentos, del aire, del sol, de los sentimientos, de los pensamientos y de las voliciones, se concentran en las gónadas sexuales.
Todo lo que el varón ‘es” se encuentra en su esperma. Todo lo que la mujer “es” se encuentra en sus óvulos.
La simiente es la síntesis de “eso’ que es el “hombre”.
Los valores energéticos, contenidos en cada gameto, constituyen todo lo que “es” su poseedor. Todo tipo de actividad requiere energía, incluso la maldad.
Los entes fornicarios, tarde o temprano, agotan todas sus reservas energéticas y carecen, es obvio, de energía, de fuerza, incluso para hacer el mal.
Los agotados sexuales, lo único que ansían es volver a fornicar… no les importa realmente ni el bien ni el mal. Solo ‘cumplen’ sus deberes y sueñan con la fornicación.
La fuente energética más poderosa con que cuenta el ser humano se halla en su propia semilla.
Fueron muchos los buscadores del poder y de la virtud, quieren sucumbieron en la angustia búsqueda, allende los mares, en el rincón de un laboratorio, etc.